Mayor valor nutricional, las gallinas camperas tienden a producir huevos con más vitaminas (como A y E) y mayor contenido de omega-3. También pueden tener mayor cantidad de pigmentos naturales, lo que da una yema más vibrante y nutritiva.

Sabor auténtico y textura superior, por su crianza natural, el huevo suele tener una clara más firme y una yema más sabrosa, ideal para preparaciones que resaltan el sabor del huevo, como tortillas, huevos fritos o revueltos.

Bienestar animal, al permitir que las gallinas vivan en libertad parcial o total, se mejora su calidad de vida: se reducen niveles de estrés, lo que también impacta positivamente en la salud del animal y por ende en el producto que da.

Menor uso de químicos y antibióticos, en muchos casos, los huevos camperos se asocian a prácticas más naturales, con menor dependencia de antibióticos, y alimentación más limpia, lo que puede influir en que los residuos de químicos sean menores.

Apoyo a sistemas más sostenibles, la producción campera soporta prácticas más respetuosas con el medio ambiente: uso de espacios abiertos, posibilidad de suelo natural, menos confinamiento, lo que mejora la gestión de residuos y la huella ecológica comparada con granjas intensivas.

Yema de color intenso, la dieta diversificada que tienen las gallinas camperas (incluyendo pastos, insectos, vegetación) aporta pigmentos naturales que enriquecen la yema, haciéndola más nutritiva visualmente apetitosa.